Este miércoles 31 de agosto finalizó la misión de evaluación del Proyecto de Geoparque del Cabo Ortegal, que aspira a obtener el reconocimiento de la Unesco haciendo valer su exclusividad geológica y, sobre todo, su capacidad para ponerla al servicio de un desarrollo sostenible que beneficie a todo el territorio. Los evaluadores enviados por el organismo de las Naciones Unidas, el británico Chris Woodley-Stewart y el uruguayo César Alejandro Goso, recorrieron algo más de 500 kilómetros desde primera hora del domingo hasta hoy al mediodía para visitar 23 puntos repartidos por los siete ayuntamientos promotores y para mantener casi el mismo número de encuentros con representantes de todas las partes implicadas en la iniciativa. Fueron reuniones informales con más de un centenar de personas entre vecindario, entidades, instituciones, empresas y personal técnico, simultaneadas con el conocimiento de los lugares geológicos, patrimoniales y paisajísticos de mayor relevancia. Hoy por la mañana hubo una última reunión con la Asociación para la Gestión del Geoparque del Cabo Ortegal centrada en el repaso de todo lo visto y de los ítems establecidos por la Unesco para valorar las candidaturas. En las próximas semanas, Woodley-Stewart y Goso prepararán su informe para remitírselo al Consejo de Geoparques de la Unesco, el ente internacional que decidirá si Cabo Ortegal está listo para entrar en la red mundial ya desde la primavera de 2023 o si deberá esperar un poco más. En el planeta solo existen en este momento 177 lugares con el distintivo, equiparable en importancia a un Patrimonio de la Humanidad.
Los miembros de la misión internacional estuvieron acompañados en todo momento por el presidente de la asociación gestora, José Miguel Alonso Pumar, por María Mesías y Jacobo Suárez, del equipo de GoodLife -la consultora valdoviñesa que está ayudando a poner en marcha el proyecto-, por el geólogo Fran Canosa y por los también geólogos de la Facultad de Ciencias Geológicas de la Universidad Complutense de Madrid, Ricardo Arenas y Sonia Sánchez, que forman parte del Comité Científico del proyecto.
En cada una de las paradas y encuentros, Chris Woodley-Stewart y el uruguayo César Alejandro Goso preguntaron mucho, escucharon aún más y observaron con detenimiento los espacios visitados, anotando constantemente todas las cosas que iban viendo a cada paso, ya fuese geología, fuese patrimonio, fuesen manifestaciones culturales o fuesen iniciativas de desarrollo local. Incluso insistieron en reproducir el contenido didáctico de las georrutas que se están desarrollando en el territorio para valorar hasta que punto el programa de itinerarios cumple con su función divulgativa.
En un tono siempre cordial y constructivo, ambos evaluadores intercambiaban impresiones e iban formulando recomendaciones e ideas fruto de la experiencia adquirida en sus propios geoparques, ya que Woodley-Stewart es director del geoparque británico North Pennines AONB y Goso, además de profesor universitario de Geología, es también coordinador de las actividades científicas del Geoparque Grutas del Palacio, el único que existe en el Uruguay por el momento.
Los protocolos de evaluación de la Unesco prohíben que sus enviados se pronuncien de cualquier manera que pueda desvelar el sentido del informe que deberán emitir. Sin embargo, eso no impidió que pudiesen comentar la percepción general del territorio durante sus cuatro días de estancia.
César Goso, manteniendo la confidencialidad exigida por la Unesco, destacó los paisajes «espectaculares» y la geomorfología «única y excepcional» con la que cuenta el proyecto y que, según aseguró «fortalece la propuesta». «No puedo dar muchos detalles» dijo el geólogo, añadiendo a continuación que «realmente, uno se va impactado de la geografía, de los paisajes, de la geología, del patrimonio natural y del compromiso que tienen las personas con su territorio, tanto mayores como jóvenes. Todo eso está en el sentido de un geoparque».
Por su parte, el evaluador británico calificó la zona como «absolutamente hermosa. Si estuviésemos hablando de un concurso de belleza, se llevaría la medalla de oro”, dijo. En cuanto a la valoración, Woodley-Stewart también mantuvo la discreción: «hemos visto una cultura fantástica, es un lugar que sabe valorar lo que tiene».
Sí se pronunció, sin embargo, sobre el movimiento institucional, técnico y social que existe alrededor del proyecto. «Hemos visto una muy buena conexión con la gente y las asociaciones, y una gran colaboración entre los alcaldes. Un geoparque es un reflejo de la personalidad del equipo que lo dirige. Hemos visto gente trabajando duro por este geoparque y, aunque de momento no sabemos lo que vamos a decidir, la personalidad del equipo que está trabajando aquí es muy fuerte y la colaboración interna es muy buena», aseguró.
Chris Woodley-Stewart explicó, además, cómo hacen las evaluaciones, indicando que en un corto plazo de tiempo deben meterse «debajo de la piel del territorio y entenderlo lo mejor posible» para comprender, entre otras cuestiones, «cómo se gestiona, cómo interpretan los visitantes el paisaje, qué programas educativos hay en marcha, cómo se apoyan las actividades turísticas, cómo se implica la gente que vive aquí en el proyecto, cómo se estimula su participación…» . «Después -prosigue Woodley-Stewart- hacemos un informe y se lo enviamos al Consejo de Geoparques Mundiales de la Unesco y ellos son los que toman la decisión sobre cada solicitud».
Aunque el protocolo de la Unesco les da a sus evaluadores entre dos y tres semanas para preparar el informe, lo más seguro es que este pueda demorarse hasta bien entrado el mes de octubre, dado que Goso y Woodley-Stewart también han tenido que valorar la semana pasada la candidatura cántabra de Costa Quebrada, la otra aspirante española a convertirse en geoparque mundial.
Tres posibilidades
A partir de ahora se abren tres posibles escenarios. El primero es que el informe sea negativo y que, por lo tanto, el consejo rechace la candidatura. Algo que parece «poco probable pero nunca descartable», tal y como indicó el presidente de la Asociación para la Gestión del Geoparque del Cabo Ortegal, José Miguel Alonso Pumar. Ya ayer por la tarde, en la foto de familia que se hizo en el faro del cabo con el resto de instituciones implicadas, el regidor de Cariño expresó las «buenas sensaciones» que le habían transmitido los tres días de evaluación de campo transcurridos hasta ese momento, aunque prefirió posicionarse «en la prudencia» en espera de lo que finalmente decida la Comisión de Geoparques Mundiales de la Unesco. Si la candidatura fuera denegada, habría que volver a empezar desde cero y esperar por lo menos dos años para poder volver a postularse.
Otra posibilidad sería que el informe sea positivo pero con matices sobre aspectos de calado que deban ser corregidos. En ese caso la comisión podría conceder una moratoria de dos años para aplicar esas recomendaciones en el territorio, que después tendría que pasar una nueva evaluación para comprobar su cumplimiento, accediendo de este modo directamente al distintivo Global Geopark sin necesidad de volver a reiniciar todo el proceso.
El tercer escenario, y el más esperado, es que el informe sea favorable en cuanto al cumplimiento de todos los requisitos fundamentales, relativos -entre otros- a la excepcionalidad geológica, al modelo de gestión del proyecto que asegure su pervivencia, el plan de difusión y conocimiento; la integración y participación del tejido social, económico, científico y educativo; la preservación y puesta en valor del patrimonio geológico, así como del material e inmaterial; la sostenibilidad turística y ambiental, etc. En este caso, el Consejo de Geoparques Mundiales de la Unesco podría darle el visto bueno al proyecto en la reunión prevista para primeros de diciembre, que luego debería ser ratificada por la ONU en abril de 2023.
«Tenemos buenas expectativas pero queremos seguir siendo prudentes y no caer en triunfalismos», asegura el presidente de la asociación gestora del proyecto. En la reunión final celebrada esta mañana, según comenta Alonso Pumar, los evaluadores continuaron manteniendo «total discreción» sobre el sentido del informe que tienen que elaborar en las próximas semanas, pero sí ofrecieron información «muy valiosa» sobre las fortalezas que percibieron en el territorio -principalmente la geología y el trabajo conjunto entre instituciones, colectivos y vecindario-, y aquellas otras cosas que deben afinarse, como por ejemplo «el relato diferenciador y divulgativo que debe tener todo geoparque siguiendo un hilo conductor unificado en todo el territorio con paneles, códigos QR y cualquier otro medio que le permita a las personas visitantes interpretar lo que ven, aprender y vivir una experiencia única».
Hasta la primavera de 2023 quedan varios meses de espera «en los que seguiremos trabajando, engrasando las herramientas de gestión del proyecto y aplicando las mejoras que los evaluadores nos han sugerido”. Sin embargo, según remarca el presidente de la asociación «independientemente de la decisión que tome la Unesco, pienso que la colaboración entre los siete ayuntamientos iniciada en 2015 y el sentimiento de pertenencia a un territorio común que se está generando entre la gente, que trasciende los límites entre ayuntamientos, es algo que ya no tiene vuelta atrás y que permanecerá en el tiempo. Esperemos que pueda ser bajo el paraguas de un Geoparque Mundial de la Unesco».
177 geoparques en el mundo
El Proyecto de Geoparque del Cabo Ortegal es una iniciativa de desarrollo promovida por los ayuntamientos de Cariño, Cedeira, Cerdido, Moeche, Ortigueira, San Sadurniño y Valdoviño, integrados en la Asociacion para la Gestión del Geoparque del Cabo Ortegal, que inició su camino hace siete años -al comienzo como agrupación de municipios y luego con entidad propia- cogiendo el testigo de la Asociación de Amigos del Parque Geológico del Cabo Ortegal, el primer colectivo que se preocupó por la divulgación masiva del patrimonio geológico de la zona y por proponer modelos de desarrollo sostenible basados en el geoturismo.
Su ámbito abarca casi 800 kilómetros cuadrados de superficie terrestre y marítima, en los que viven alrededor de 28.000 personas. La declaración como geoparque significaría la obtención de un reconocimiento que en este momento solo poseen 177 territorios en el mundo y que tiene la misma relevancia que una declaración como Patrimonio de la Humanidad.
La difusión de ésta información se enmarca en el convenio de cofinanciación del proyecto firmado entre la Deputación de A Coruña y la Asociación para la Gestión del Geoparque del Cabo Ortegal.